Nombraste un lugar entre suspiros. Ahora que ni el sol sonríe estamos en un mundo marrón, un mundo sucio, amargo, como el sabor de las cenizas dejadas por una colilla nerviosa.
Polvo flotando entre niebla que ya no lo es.
Esta vez tus ojos te engañaran, no mires mas allá no confíes los muertos no te contarán nada que no sepas ya, Y de pronto una mirada atravesando el polvo y el amargo marrón, pero ya es tarde, el conejo agita las orejas, los bigotes vibran con un zumbido rojo alrededor de su húmeda nariz. El pelaje blanco está apelotonado, enredado, sucio, cada sedoso pelo es ahora una áspera fibra jugando a reírse del color que le daba nombre.
Sus ojos, esos ácidos ojos que solían carecer de toda emoción, que solían mirar vacíos contentándose con existir. Son esos ojos ahora, acusantes, decidiendo cuando el tiempo se ha acabado.
Ya no vale suplicar, oh, pequeña y humillada criatura, de nada vale ya el llanto.
Jugando a tejer tu destino corriste por el gris pensando que no tendría consecuencias, los blancos te trasladan y el dorado te hacia olvidar... pero todo tiene un precio. El mundo se ha tornado sucio princesa, tu mente no tendrá la decencia de perdonarte esta vez, tendrás que soportar la mirada del conejo que solía ser blanco. El tiempo ha dejado de correr a tu favor ¿quién cambiará tu mundo?
Esa mirada no sirve ya, mira hacia la senda querida, el negro, el calor y el rojo no tardarán en llegar creo que se alegraran de verte después de todo.
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